La vida se empecinó una vez más con Martín Palermo. Otro obstáculo se le interpuso en su larga trayectoria, siempre marcada por profundos altibajos. Hace sólo diez días, el N° 9 anotó su gol 194 con la camiseta de Boca y alcanzó a Varallo en la cima de los máximos artilleros del profesionalismo xeneize y, con al menos un año de contrato por delante en el club, el delantero soñaba con sumar una cantidad de tantos que lo acercara a los mejores de la historia. Además, Alfio Basile evaluaba citarlo para los próximos partidos por las eliminatorias. Pero la mala fortuna lo aguijoneó, injustamente si se tiene en cuenta su gran constancia: en una acción solitaria ante Lanús, el Loco saltó en busca de un centro y al caer apoyó todo el peso de su cuerpo sobre la pierna derecha mal ubicada, por lo que sufrió la rotura del ligamento lateral interno y del ligamento cruzado anterior de la rodilla, la misma operada en noviembre de 1999, cuando se rompió los ligamentos cruzados y, en ese estado, ante Colón, logró su gol N° 100.
Antes del final de la primera parte, Palermo fue atendido por los médicos, a un costado del campo; quiso aguardar el descanso para volver a probar la rodilla y conocer si mermaba el dolor. Pero el agudo malestar lo obligó a trasladarse inmediatamente al Centro de Diagnóstico TCBA, en Salguero 560, junto con el médico José María Veiga y el vicepresidente 3°, Juan Carlos Crespi. En un principio, Pablo Ortega Gallo, uno de los médicos del plantel xeneize, fue cauto y se refirió a “un esguince de rodilla”, pero luego de una resonancia magnética la peor noticia llegó a oídos del atacante, que abandonó el lugar llorando desconsoladamente.
“Martín está destruido anímicamente; no podemos creer la mala suerte que tuvo otra vez en su vida. Encontramos los resultados que no queríamos encontrar…”, le confesó Veiga a LA NACION, minutos después de las 21. ¿Cuáles serán los pasos venideros? Veiga explicó que el jugador será operado en las próximas 48 horas y que el tiempo de recuperación le demandará “entre cinco y ocho meses”.
De todos modos, Veiga ponderó la fuerza de voluntad del futbolista, que el 7 de noviembre próximo cumplirá 35 años: “Es una persona muy especial y hoy (por ayer), luego de la bronca por la noticia, ya empezó a pensar en reponerse. Es muy fuerte y todos vamos a apoyarlo en este momento”.
Más allá de los récords y los títulos conquistados, los golpes son una particularidad en la carrera del Titán . En mayor o menor medida, vale un repaso: en julio de 1999 falló tres penales en el seleccionado, ante Colombia, por la Copa América; cuatro meses después, se rompió los ligamentos cruzados de la rodilla derecha; en noviembre de 2001, festejando un gol en Villarreal, la presión del público hizo ceder una valla de contención, que le cayó en la pierna derecha y le fracturó la tibia y el peroné; en mayo de 2004, Lorena, por entonces su mujer, sufrió un aneurisma cerebral que puso en riesgo su vida; y en agosto de 2006, pocos días después de sufrir la muerte de Stéfano, su hijo recién nacido, Martín le puso el pecho al dolor y le hizo dos goles a Banfield… Nuevamente, la vida lo pone a Palermo frente a una de las circunstancias más angustiantes que puede padecer un deportista.
Pero el que piense que esta lesión lo pone al borde del retiro, se equivoca. Una declaración suya en diciembre de 2006 lo pinta de cuerpo entero, como un optimista de la vida: “A veces cuesta seguir adelante, porque los golpes son duros (…) Pero hay que entender algo: las cosas buenas se disfrutan, pero de las cosas malas también se aprende…”.
La Nación
TODA LA FUERZA DEL MUNDO PARA NUESTRO IDOLO
Antes del final de la primera parte, Palermo fue atendido por los médicos, a un costado del campo; quiso aguardar el descanso para volver a probar la rodilla y conocer si mermaba el dolor. Pero el agudo malestar lo obligó a trasladarse inmediatamente al Centro de Diagnóstico TCBA, en Salguero 560, junto con el médico José María Veiga y el vicepresidente 3°, Juan Carlos Crespi. En un principio, Pablo Ortega Gallo, uno de los médicos del plantel xeneize, fue cauto y se refirió a “un esguince de rodilla”, pero luego de una resonancia magnética la peor noticia llegó a oídos del atacante, que abandonó el lugar llorando desconsoladamente.
“Martín está destruido anímicamente; no podemos creer la mala suerte que tuvo otra vez en su vida. Encontramos los resultados que no queríamos encontrar…”, le confesó Veiga a LA NACION, minutos después de las 21. ¿Cuáles serán los pasos venideros? Veiga explicó que el jugador será operado en las próximas 48 horas y que el tiempo de recuperación le demandará “entre cinco y ocho meses”.
De todos modos, Veiga ponderó la fuerza de voluntad del futbolista, que el 7 de noviembre próximo cumplirá 35 años: “Es una persona muy especial y hoy (por ayer), luego de la bronca por la noticia, ya empezó a pensar en reponerse. Es muy fuerte y todos vamos a apoyarlo en este momento”.
Más allá de los récords y los títulos conquistados, los golpes son una particularidad en la carrera del Titán . En mayor o menor medida, vale un repaso: en julio de 1999 falló tres penales en el seleccionado, ante Colombia, por la Copa América; cuatro meses después, se rompió los ligamentos cruzados de la rodilla derecha; en noviembre de 2001, festejando un gol en Villarreal, la presión del público hizo ceder una valla de contención, que le cayó en la pierna derecha y le fracturó la tibia y el peroné; en mayo de 2004, Lorena, por entonces su mujer, sufrió un aneurisma cerebral que puso en riesgo su vida; y en agosto de 2006, pocos días después de sufrir la muerte de Stéfano, su hijo recién nacido, Martín le puso el pecho al dolor y le hizo dos goles a Banfield… Nuevamente, la vida lo pone a Palermo frente a una de las circunstancias más angustiantes que puede padecer un deportista.
Pero el que piense que esta lesión lo pone al borde del retiro, se equivoca. Una declaración suya en diciembre de 2006 lo pinta de cuerpo entero, como un optimista de la vida: “A veces cuesta seguir adelante, porque los golpes son duros (…) Pero hay que entender algo: las cosas buenas se disfrutan, pero de las cosas malas también se aprende…”.
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